"Para hacer un buen emprendimiento, hay que tener plata”, dicen muchos. Y si nos ponemos a analizarlo demasiado, hasta suena muy lógico.
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La emprendedora Claudia Martinez aporta algunas ideas que le han sido útiles a la hora de empezar un nuevo negocio |
Olvidémonos que existen los préstamos para iniciar una empresa. Olvidémonos con más razón de los diferentes organismos con los que podríamos obtener un capital sin necesidad de reintegrarlo incluso. Ya sea porque no tenemos nada de dinero y debemos buscar una solución urgente o porque no queremos tocar nuestros ahorros, nuestra consigna será no tener nada o casi nada para invertir. ¿Es posible lograrlo?
Les dejo algunas ideas que les pueden ayudar mucho a la hora de empezar un nuevo negocio, especialmente cuando tenemos acceso a una inversión muy limitada:
- Lo positivo de tener poco dinero, es que la creatividad se incentiva. Si tuviéramos millones, ni sabríamos qué hacer entre tantas opciones. En un caso de poco dinero (o nada), nos presionamos más y las ideas que surgen son mejores. El desafío de encontrar soluciones diferentes para una muy baja inversión, asegura que cada peso será mejor aprovechado que si tuviéramos más.
- Pensar en qué es lo que más nos gusta hacer. Hay menores chances de que nos vaya mal si logramos unir creativamente una pasión personal con una idea de ‘bajo costo’. Así que ingresemos en algo que nos encante. De esta manera, echaremos a andar el engranaje empresarial, sin grandes inyecciones de capital, ya que se va a mantener funcionando con nuestra propia pasión.
- Comenzar a escribir alternativas de cero costo, o al menos ínfimo. ¿Qué podemos incorporar de la experiencia que tenemos o los conocimientos que hemos adquirido para sumarle a esa pasión que decidimos convertir en empresa? ¿Qué elementos de nuestra propia casa podemos aprovechar para no tener que comprar algo? ¿Podremos hacer en una primera etapa el 100% de las tareas? ¿Cómo podríamos reducir al máximo los costos? Los servicios son mejores para estos casos, no requieren un stock para salir a venderlos, y se van a producir una vez se comercialicen. Pero valen también ideas creativas relacionadas con productos. Y sería óptimo lograr vender antes que gastar.
- Bajar a tierra: Definir cuál será el modelo de negocios –¡y ordenarnos bien las ideas!-. Usar el Business Model Canvas de Osterwalder, el modelo de Lean Canvas de Maurya, o alguna herramienta similar que permita tener una visión global. Y recordar que es mejor empezar de a poco, con un puñado de clientes, y aprender mucho de ellos, para poder después dar un paso más y poder crear una buena oferta, más acorde a lo que efectivamente el mercado quiere.
- Animarse: Porque una cosa es tener la idea, y otra es efectuarla. Los miedos van a ser normales, pero en este caso puntual que nos planteamos sí jugamos con mil a favor: haremos lo que nos gusta y a diferencia de los emprendedores con mucho capital, no tenemos dinero que perder, que usualmente es una gran causa que potencia el famoso miedo a dar el paso inicial. Si nos va mal, lo peor que obtendremos será una mejora de nuestras capacidades y habilidades, o tiempo –que no es perdido– dedicándole a una actividad que nos hace aportarle al mundo algo bueno que sabemos hacer. Y eso no suena tan mal, a decir verdad.
Ahora es tu turno: te desafío a pensar: ¿Cuántas ideas de negocio con potencial podrías crear sin necesidad de grandes inversiones de capital?
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